
EPO y ciclismo
El binomio EPO y ciclismo ha sido uno de los temas más controvertidos y debatidos en la historia del deporte moderno. Analizar cómo la eritropoyetina (EPO) impactó el ciclismo, desde su irrupción en los años 90 hasta las estrictas medidas antidopaje actuales, permite entender por qué este deporte estuvo, durante tanto tiempo, bajo la sombra del dopaje. La historia de la EPO y el ciclismo es una lección de ciencia, ética, fisiología deportiva, lucha contra el fraude y, sobre todo, de la resiliencia de la comunidad ciclista para recuperar su imagen y valores fundamentales.

¿Qué es la EPO y cómo actúa en el organismo del ciclista?
La eritropoyetina (EPO) es una hormona glicoproteica que produce principalmente el riñón en respuesta a bajos niveles de oxígeno en la sangre. Su función natural es estimular la producción de glóbulos rojos (eritropoyesis), aumentando así la capacidad del organismo para transportar oxígeno a los tejidos. Esto resulta esencial en deportes de resistencia como el ciclismo, donde el rendimiento está directamente ligado a la eficiencia del transporte y uso del oxígeno.
En condiciones clínicas, la EPO se utiliza legalmente para tratar anemias severas, especialmente en pacientes renales crónicos. Sin embargo, su uso como sustancia dopante en el ciclismo comenzó a expandirse a finales de los años 80 e inicio de los 90, cuando llegó al mercado la EPO recombinante humana (rHuEPO). Al aplicarse fuera del ámbito médico y en dosis superiores a las fisiológicas, la EPO aumentaba de forma drástica el número de eritrocitos en sangre, elevando la hemoglobina, el hematocrito y, con ello, la potencia de resistencia de los ciclistas a niveles artificiales.
El resultado: mayor VO2max, mejor recuperación tras esfuerzos extremos, posibilidad de mantener potencias altas durante más tiempo y una ventaja competitiva desleal que cambió radicalmente el ciclismo profesional en la década de los noventa(Relevo).

El auge del dopaje con EPO en el ciclismo profesional
La llegada de la EPO coincidió con un salto exponencial en los registros y la competitividad del pelotón internacional. Las etapas de montaña se cubrían a velocidades impensables una década atrás. Ganadores del Tour de Francia y grandes vueltas exhibían una resistencia sobrehumana jornada tras jornada. Durante los años 90, el uso de EPO era masivo, transversal en el pelotón, y contó con el silencio cómplice de médicos, directores deportivos y muchos corredores.
Uno de los factores determinantes de la popularidad de la EPO en el ciclismo es que, durante mucho tiempo, fue prácticamente indetectable en los controles antidopaje, permitiendo a los atletas consumirla en periodos estratégicos de entrenamiento y competición. Esto abría la puerta a una nueva era de trampas sofisticadas, donde la frontera entre la ética, la legalidad y la supervivencia deportiva se volvió difusa.
Ciclistas legendarios, médicos y equipos enteros se vieron salpicados por escándalos recurrentes. El caso más emblemático fue el Caso Festina en el Tour de Francia 1998, que destapó la logística y estructura de dopaje instituida a nivel de equipos completos. Se incautaron cientos de ampollas de EPO, hormona de crecimiento y sustancias anabolizantes, quedando claro que el dopaje no era excepcional, sino sistémico.

Festina 1998: el gran escándalo del EPO en ciclismo
El Tour de Francia de 1998 quedó marcado de por vida por la irrupción del mayor escándalo de dopaje conocido hasta ese momento. El equipo Festina fue detenido cuando se descubrieron en uno de sus vehículos más de 200 ampollas de EPO, 100 de hormona de crecimiento y decenas de cajas de testosterona. El masajista Willy Voet fue arrestado y, en cuestión de días, las confesiones de médicos, directores y ciclistas sacaron a la luz la red de dopaje tutelada por el propio equipo.
Las consecuencias fueron inmediatas: expulsión de todo el equipo del Tour, suspensión de corredores, sanciones administrativas, investigaciones judiciales y una cobertura mediática sin precedentes. Festina, lejos de ser un caso aislado, fue la punta de un iceberg que sumergía a gran parte del pelotón internacional.
El escándalo forzó a la UCI y a la sociedad deportiva internacional a tomar conciencia del problema y comenzar a desarrollar sistemas de control más sofisticados, así como instituciones como la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) y pasaporte biológico, que sentaron las bases de la vigilancia antidopaje en el deporte moderno.
Efectos fisiológicos y rendimiento del EPO en ciclistas
El doping con EPO tiene mecanismos fisiológicos bien identificados. La administración de EPO recombinante estimula la producción de eritrocitos en la médula ósea, incrementando el hematocrito y la concentración de hemoglobina, lo que a su vez mejora la capacidad del organismo de transportar oxígeno a los músculos durante esfuerzos prolongados.
En estudios controlados con ciclistas y atletas de resistencia, la administración de EPO muestra incrementos en el VO2max (consumo máximo de oxígeno) del 7 al 10%, una cifra que, en términos de élite, puede suponer la diferencia entre ganar una gran vuelta o no superar la montaña con los mejores(G-SE).
El hematocrito puede subir de valores fisiológicos (42-44%) hasta superar el 50%, un límite que muchas federaciones establecieron para impedir la participación de atletas por riesgo para la salud. Además, la mejora del rendimiento perdura durante varias semanas tras suspender la administración, manteniéndose ventajas fisiológicas y adaptativas incluso después de haberse normalizado los valores hematológicos. Esto supuso un reto constante para los equipos antidopaje.
Riesgos, efectos secundarios y muertes asociadas al uso de EPO
El uso no médico de EPO representa un grave riesgo para la salud. Al aumentar el hematocrito y la viscosidad sanguínea, se eleva exponencialmente el peligro de trombosis, embolias, accidentes cerebrovasculares, hipertensión y fallos renales. En los años 90, varios casos de fallecimientos súbitos de ciclistas jóvenes en Europa fueron asociados al abuso de EPO. Aunque la relación de causalidad directa no siempre está clínicamente certificada, el patrón de muertes nocturnas por paro cardiaco en reposo era sumamente sospechoso.
A nivel de efectos secundarios documentados se encuentran:
- Trombosis y accidentes vasculares.
- Hipertensión arterial.
- Poliglobulia (exceso de glóbulos rojos).
- Cefaleas intensas.
- Síndromes gripales y fiebre.
- Dolores musculares, náuseas y vómitos.
- Fallos renales y crisis hipertensivas.
- Riesgo aumentado en personas con predisposición cardiovascular.
El riesgo crece significativamente cuando el uso es clandestino, sin seguimiento médico y en combinación con otras sustancias dopantes, como anabolizantes, hormona de crecimiento u otros esteroides.
De Festina a Puerto: grandes casos de EPO y ciclismo tras 1998
El Caso Festina supuso un antes y un después. Sin embargo, el dopaje con EPO se mantuvo durante años en el ciclismo, mutando su modus operandi y sofisticándose para adaptarse a la presión policial y médica. El siguiente gran hito en la lucha contra la EPO fue la Operación Puerto en España, 2006, que destapó una red multideportiva de dopaje coordinada por el doctor Eufemiano Fuentes.
La Operación Puerto descubrió más de 200 bolsas de sangre congelada y cientos de dosis de EPO y otras sustancias en laboratorios, vinculando a decenas de ciclistas, corredores de atletismo y atletas de élite bajo alias y códigos. El escándalo supuso la caída de estrellas, la exclusión masiva de equipos enteros de grandes pruebas y el endurecimiento inmediato de controles y sanciones internacionales.
Casos como el de Lance Armstrong y el equipo US Postal, Jan Ullrich, Marco Pantani, Alex Zülle, Richard Virenque, Tyler Hamilton o Roberto Heras –todos implicados directa o indirectamente en tramas de dopaje con EPO–, junto con numerosos corredores y campeones amateurs recientes, muestran que el problema, años después, sigue latente.

Evolución de los controles antidopaje y el pasaporte biológico
Ante la evidencia recurrente del dopaje con EPO, la comunidad científica y deportiva internacional desarrolló nuevas estrategias de detección. Se crearon métodos directos (detección específica de EPO recombinante en sangre u orina) e indirectos (análisis del crecimiento anómalo de biomarcadores como el receptor soluble de transferrina, nivel de reticulocitos, ferritina, etc.).
La introducción del pasaporte biológico a partir de 2008 fue determinante: un historial individual de parámetros hematológicos y biológicos que permite detectar alteraciones anómalas compatibles con el uso de EPO aunque no se encuentre la sustancia propiamente dicha. El pasaporte biológico actúa como un “radar” a largo plazo que vigila cambios sutiles y persistentes en el perfil sanguíneo del deportista.
Aun así, los laboratorios y expertos han tenido que adaptarse continuamente a nuevas formulaciones, microdosis, EPO de tercera generación y métodos mixtos de dopaje sanguíneo (autotransfusiones), que evitan los “picos” sospechosos en los biomarcadores clásicos.
Situación actual: ¿Sigue siendo un problema el dopaje con EPO en el ciclismo?
En la actualidad, aunque la EPO ya no es indetectable ni tan extendida como en los años noventa, siguen apareciendo cada año casos de positivos tanto en el ciclismo profesional como amateur. Las variantes modernas incluyen microdosis, EPO biosimilar, y nuevas agencias buscan incluso “EPO invisibles” basadas en proteínas de animales marinos exóticas. El riesgo sanitario sigue vigente, y el esfuerzo de las autoridades antidopaje es constante.
La transparencia, profesionalización de los controles y la creación de pasaportes biológicos han reducido significativamente la magnitud del problema. El ciclismo ha tomado la delantera en la lucha antidopaje, aunque la presión competitiva y económica sigue empujando a algunos atletas a buscar ventajas ilícitas.

¿El ciclismo aprendió la lección?
El impacto de la EPO en el ciclismo no puede resumirse solo en escándalos y caídas de ídolos. También dio pie a una transformación profunda en los valores y la gestión ética del deporte. El compromiso con la limpieza, la creación de departamentos médicos transparentes, la concienciación pública sobre los peligros del dopaje y la presión de patrocinadores y espectadores han ayudado a reconstruir la credibilidad.
Las nuevas generaciones exhiben un discurso de tolerancia cero, cultura del esfuerzo y la necesidad de proteger tanto la salud como la integridad del deporte. El EPO y ciclismo es, en el siglo XXI, un recuerdo doloroso y, a la vez, la base para un presente más responsable y justo.
Preguntas frecuentes sobre EPO y ciclismo
¿Qué es exactamente la EPO y por qué se emplea como dopaje en ciclismo?
La EPO es una hormona natural, producida por el riñón, que estimula la creación de glóbulos rojos. En el ciclismo se emplea ilícitamente para aumentar la masa eritrocitaria, la capacidad de transporte de oxígeno y, en consecuencia, el rendimiento físico durante esfuerzos prolongados(Wikipedia).
¿Cómo se detecta actualmente el uso de EPO en ciclistas?
Existen pruebas directas (detección del compuesto en muestras de sangre u orina) e indirectas (análisis de biomarcadores, pasaporte biológico). La conjunción de ambos métodos dificulta cada vez más el fraude y permite identificar alteraciones compatibles con el dopaje incluso semanas después del consumo.
¿Qué consecuencias jurídicas y deportivas tiene un positivo por EPO?
La sanción depende del tipo de competición y la agencia antidopaje responsable, pero suele conllevar suspensiones de dos a cuatro años, anulación de resultados y pérdida de títulos. Además, se expone a la vergüenza pública y rechazo social y profesional.
¿Sigue existiendo dopaje con EPO en el ciclismo hoy día?
Aunque la incidencia ha bajado, siguen existiendo casos puntuales de dopaje con EPO en el ciclismo tanto profesional como amateur. La lucha contra el dopaje es permanente, ya que la tecnología también evoluciona y surgen nuevas formas de evadir el control.
¿Qué riesgos tiene el consumo de EPO para la salud?
Los riesgos van desde trombosis, hipertensión, fallos cardíacos, accidentes cerebrovasculares o muerte súbita al aumentar peligrosamente la viscosidad de la sangre. Además, el uso clandestino y sin control multiplica el peligro, sobre todo al mezclarse con otras sustancias dopantes.
¿Qué cambios estructurales surgieron en el ciclismo tras los escándalos de dopaje con EPO?
Entre los principales cambios se destacan la creación de la AMA, el refuerzo de la UCI, la implementación de pasaporte biológico, más transparencia médica, controles aleatorios, y la instauración de una nueva cultura basada en la ética y la salud del deportista.
Conclusión
La historia de la EPO y ciclismo es la crónica de una transformación sin igual en el deporte moderno. De la opacidad y el engaño a la vigilancia y la transparencia, el ciclismo se ha convertido en paradigma de la lucha antidopaje. Para que la lección del pasado no caiga en el olvido, es fundamental recordarla y seguir apostando por el progreso científico, la ética y el respeto por la salud y los valores deportivos.
EPO y ciclismo: una lección que el deporte nunca debe olvidar.

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